OTRO
FINAL PARA LA LEYENDA DE LA PEÑA DE LOS ENAMORADOS
Cuenta la
leyenda que en Antequera, límite fronterizo de la España cristiana, un joven
cristiano, Tello, cae prisionero en una localidad próxima. La hija del
mandatario moro de esta localidad, Tagzona, va por curiosidad a los calabozos
en los que se encuentra con Tello. Ambos, al verse por primera vez, caen
enamorados y deciden marcharse para poder amarse, ya que en esos tiempos, no se
les permitía contraer matrimonio a parejas de distintas creencias.
Tello y
Tagzona consiguen salir de la cárcel, pero son descubiertos por los guardias
que, con el padre de Tagzona al frente, salen a su captura. Huyendo de los
moros, los jóvenes llegan a un peñón en las entradas de la ciudad de Antequera,
y deciden subir a lo alto de él. Ambos se miran, se cogen de la mano, y se
colocan al filo de la cima. No tenían otra escapatoria más que rendirse y ser
separados, y preferían morir juntos antes de que eso sucediera. El padre de
Tagzona, al ver que su hija estaba al borde de la muerte, decidió ceder y darle
la libertad de estar con su amado, aunque para ello tuviese que romper las
reglas e ir en contra de sus normas. El sacrificio que estaban dispuestos a
hacer Tello y Tagzona fue la mayor prueba de amor vista hasta el momento, y
tras ese momento y con el paso de los años, el perfil de la Peña de los
enamorados tomó la forma de la cara de una mujer, lo que nos recuerda la bonita
historia de amor que vivieron los jóvenes.
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